Es bien sabido, al menos por quienes a esto se han dedicado alguna vez, que escribir no es solo sentarse y teclear como si nada, o tomar un lápiz y un papel y obedecer a alguna musa invisible que todo lo sabe y tiene todo para decir. A veces, nada más parece que las palabras se niegan a salir, que no las podemos invocar ni, mucho menos, podemos obedecer sus designios. Y es que, quién no ha experimentado ese bloqueo incómodo donde las ideas brillan por su ausencia, una especie de niebla blanca que no nos permite ver más allá de nuestro siguiente paso.

Pues llegó el momento de tranquilizarte, porque no eres la única persona con ese problema. Pero la buena noticia es que existen formas para darle la vuelta a esta situación. Si te quedas, te comparto 10 técnicas concretas que, créeme, te ayudarán a desbloquear esa chispa creativa que llevas dentro.

  1. Libera el «escritor» que llevas dentro con la escritura libre

Esta técnica es como un desbloqueador mágico, porque consiste en una tarea simple: papel y lápiz (o teclado, lo que prefieras) y escribir lo primero que se te venga a la cabeza. Sí, tal cual, sin prejuicios, si dudar, sin vergüenza. No pienses demasiado, no corrijas, no te juzgues. El truco aquí es sencillo: soltar la presión de hacerlo «perfecto» y permitir que las palabras fluyan, sin restricciones e, incluso, sin una necesidad u obligación específica. Lo importante no es que lo que escribas sea coherente o tenga sentido, sino que lo hagas. Puede que al principio te suene raro, y, de hecho, lo es, sí, pero esta técnica libera la mente de trabas y hace que las ideas empiecen a surgir como por arte de magia. Algo te puedo decir de esto y es que, luego de esto, no será el mismo escritor de antes de hacerlo.

 

  1. Cambia de escenario

A veces, Eso que llamamos «inspiración» se esconde porque estás siempre en el mismo lugar o, lo que es menos conveniente, viendo las cosas desde la misma perspectiva. Si sientes que te atascas, muévete, cambia de ambiente, sal a caminar, ve a un parque, siéntate en una cafetería o simplemente cambia de habitación, y, por qué no, interactúa con personas con las que no suelas hacerlo. Los nuevos estímulos, los sonidos y hasta los colores y cosas que estén junto a ti, pueden despertar una ola de creatividad que no esperabas, que, de otra manera, jamás hubiera llegado. De hecho, muchos escritores juran que cambiar de lugar hace maravillas cuando las ideas se estancan. Muévete, y el mundo cambiará contigo.

 

  1. Explora un ejercicio de «lluvia de ideas» (también conocido como brainstorming)

Una lluvia de ideas es ideal cuando sientes que no sabes por dónde empezar. Consiste en tomar una hoja y empezar a anotar todas las ideas que se te ocurran sobre el tema que quieres escribir. Esto, para que funcione, debes hacerlo sin filtros, sin juicios, solo deja que las ideas, por más descabelladas que puedan parecer, fluyan. De hecho, mientras más extrañas puedan parecerte en principio, mejor será el resultado final, porque habrás explorado formas de contar algo que, de manera normal, no hubieras hecho jamás. Luego, con calma, revisa lo que escribiste, idea por idea, y selecciónalas. Seguramente, entre tanto caos habrá una o varias ideas que vas a querer desarrollar. A veces, lo único que necesitamos es un punto de partida para que todo lo demás comience a tomar forma. Y no olvides que una idea también puede servir de alimento para otra idea.

  1. Desafía tu creatividad con limitaciones

Aunque suene contradictorio, las limitaciones pueden potenciar tu creatividad. Por ejemplo, ponte metas o retos: «escribir una historia en máximo cien palabras» o «escribir un relato que suceda solo en una habitación» o «escribir la misma historia que ya escribiste, pero desde la perspectiva de otro personaje». Estas restricciones obligan a tu cerebro a buscar soluciones creativas, y eso, curiosamente, te ayuda a desbloquearte, sobre todo, sin que siquiera lo notes. Además, es un reto divertido. Te sorprenderás de las maravillas que puedes crear cuando trabajas con menos. De los lugares más inesperados viene lo menos imaginado.

 

  1. Haz algo diferente a escribir

Si después de intentar varias cosas sientes que sigues bloqueado, déjalo y pasa a otra actividad. Sí, no fuerces una máquina que, a lo menor, necesita de descanso, reparación o mantenimiento para funcionar. A veces, nada más necesitamos desconectar para reconectar, así sea con otra cosa. Sal a hacer deporte, escucha música, cocina algo rico, juega con tu mascota, visita algún lugar nuevo o, incluso, date un buen maratón de series o películas. Hacer cosas distintas te ayuda a refrescar la mente. Y, quién sabe, en medio de la acción menos esperada, puede que llegue la idea que tanto estabas esperando o, lo que sería mejor, esa idea que jamás se te hubiera llegado a ocurrir si no hubieras parado.

 

  1. Lectura y más lectura

Alguien que escribe y no lee está condenando su creatividad, para no mencionar la calidad de sus escritos. Y no, no me refiero solo a leer novelas de mil páginas, porque también puedes leer artículos variados, ensayos, biografías, cuentos, poesía… cualquier cosa que, además de despertar en ti la chispa de la escritura, te dé las herramientas necesarias para escribir mejor la próxima vez que te sientes a hacerlo. A veces, las palabras, frases, mensajes o sentencias de quien leas son el detonante que necesitas para inspirarte. Es como si sus ideas pusieran a tus neuronas a trabajar y, de repente, algo en tu interior se encendiera por un buen tiempo. Además, algo bueno de leer mucho es enterarnos de que, por más esquiva que nos parezca una idea, a lo mejor ya a alguien, hace cien, o mil años, ya lo pensó y lo intentó.

  1. Recurre a tus experiencias personales

Cuando sientas que las ideas no fluyen, vuelve a ti, a tu pasado e historia de vida. Tus vivencias, emociones, recuerdos, incluso tus dudas, son material de primera mano para escribir. Esto, que no sobre decirlo, también aplica con las vivencias de las personas que tienes cerca, quienes quieres y quienes conoces. Piensa en algún momento de tu vida o l de estas personas, que haya sido significativo, relevante o determinante, y comienza a escribir sobre ello. No tiene que ser exactamente como lo viviste o con la información que tienes del hecho, puedes tomarlo como punto de partida, punto final o intermedio y dejar que tu imaginación haga el resto, la parte que le falta a esa historia.

 

  1. Practica la paciencia y la autocompasión

A veces el bloqueo creativo está más en nuestra mente o corazón que en la misma falta de ideas o en la práctica. Recurrentemente, nos ponemos demasiada presión para ser creativos a la primera, para escribir algo brillante sin errores, como si escribir algo que valga la pena dependiera solamente de sentarnos a escribir. Ahora me queda decirte que te relajes, porque la creatividad no es una máquina que se enciende y apaga con un botón, así no funciona nuestra especie, ni mucho menos nuestra cabeza. Requiere tiempo, paciencia y, sobre todo, amabilidad hacia ti mismo sobrellevar esos momentos de duda, cuestionamiento y, hasta frustración. Aprende a abrazar el proceso, incluso cuando las palabras no fluyan como quisieras, porque, que nunca sobre recordarlo, escribir también es lo que hacemos antes, durante y después de escribir.

 

  1. Imágenes para inspirar

Si las palabras se niegan a aparecer, prueba con imágenes. Busca fotografías, pinturas o cualquier imagen que despierte algo en ti. El mundo está lleno de imágenes que pueden resultar siendo un disparador para cualquier cosa. Luego de observar, piensa en qué te transmiten, qué historias podrías inventar alrededor, en torno, ante ellas. A veces, la creatividad no necesita empezar con palabras, sino con sensaciones visuales que disparan nuestra imaginación. Un gran ejemplo de esto es ver un lugar que nunca imaginamos que existiera, en un documental, en una película, en el mismo internet, y darnos cuenta de que, a la hora de imaginar, no hay quien le gane al mismo mundo.

  1. No escribas

Sí, por más contradictorio que te pueda parecer, la última técnica de la lista es una especie de contratécnica, digamos. Si ni hay inspiración, si las ideas no están ni llegan, por qué no dejar que la mente encuentre nuevos caminos, cosas que, de otra forma, no habría tenido en su perspectiva. Como la música, el silencio también hace parte del concierto. Silenciarte no está mal si sabes que lo estás haciendo de forma consciente y, sobre todo, que dejarás de hacerlo tarde o temprano si escribir es algo que corre por tus venas.

 

Por último, recuerda que la creatividad no es un destino ni un fin, es un camino que recorremos a nuestro propio ritmo y que, esto es lo mejor, siempre es diferente. ¡Ármate de estas técnicas y desbloquea ese torrente de ideas que está ahí esperando salir!

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