La esperaba en el bar de la esquina de 44 y 13. No era un lugar elegante, estaba rodeado de madera y predominaba un estilo más bien rústico e industrial. Las mesas de afuera y adentro eran con acero, las sillas eran incómodas y pesadas. Eligió esperarla en la barra. Se sentó en un taburete que lo hacía verse más alto.
El barcito era pequeño, no más de 15 mesas y una barra que no medía más de 4 metros. Afuera un par de mesas más. El olor por momentos era de papas fritas, pero en cada pinta que pasaba se tornaba amargo, como las cervezas.
Miró a los costados, un cartel decía que no se podía fumar dentro. Del bolsillo del pantalón sacó unos chicles, comió uno y empezó a jugar con el encendedor, lo pasaba entre sus dedos mientras miraba la hora en el reloj de su brazo izquierdo.
Él había llegado quince minutos antes, no quería hacerla esperar. Pasó del encendedor al celular en segundos, miró whatsapp y leyó.
- Voy en camino. Estoy a cinco cuadras.
Se acomodó en la silla alta por quinta vez en tres minutos, para poder mirar por la puerta y enterarse de cuando entrara. A pesar de que mucho no veía de lejos.
Miró al chico que estaba en la barra y le pidió otro vaso de agua. Solo había llegado hace diez minutos. Para él habían pasado treinta. Comío un poco de maní que se mezcló con su chicle, terminó escupiendo todo.
Escuchó la puerta, una de las mozas se acercaba a una chica que de a poco avanzaba. Observó su pelo rubio y corto, vestida completamente de negro con unos borcegos de charol. La cartera que tenía combinaba con su calzado. La consideró detallista.
Mientras la distancia que los separaba era cada vez menor, él pensaba que todo su alrededor estaba listo para ese momento. Las luces de a poco empezaron a bajar, eran cálidas como el lugar. Intentó mejorar su postura de años de oficina pero a los segundos se volvió a encorvar.
Cuándo se vieron ambos sonrieron, a él le sudaron las manos. Ella llegó hasta donde la esperaban y su perfume lo sorprendió, olía a flores y algo dulce que no podía descifrar. De fondo sonaba una canción de Babasónicos, el clima era sensual y tentador.
Se había maquillado para la ocasión y aunque el peinado es causal, se notaba que había un trabajo previo. Él se sintió bien al notar eso, porque también se había arreglado para ella.
- Hola Leo! - le dijo sonriendo acercándose para besarle la mejilla.
- Hola - él sonrió y dejó un silencio, se había quedado mirando sus labios rojos- ¿Cómo estas Flor? -le preguntó rápido.
Flor se sacó su campera de cuero y el perfume lo envolvió aún más. La apoyó en el respaldo del taburete que estaba a la izquierda de él, palpando sus jeans. Sacó una caja de Philips Morris.
- ¿Se puede fumar? es que venía nerviosa. -le dijo de una forma segura y con risa.
- No, lo intente pero tenemos que salir. - contestó Leo subiendo los hombros.
- No pasa nada, entonces lo dejamos para más tarde. Pedimos cervezas? - lo miró y le sonrió.
Iris Luna Montaño 2 años
Y... ahora qué pasará? .... Por favor continúa.