A muchos les pasa que, a la hora de poner puntos y comas, y ni qué decir de los punto y comas, lo hacen de manera casi instintiva, como si las pausas al hablar fueran una especie de guía mágica. ¿Te suena esto? El problema es que esa técnica no siempre lleva a buen puerto. De hecho, puntuar un texto según cómo respiramos no es la mejor idea, aunque lo hagamos con la mejor de las intenciones, e, incluso, aunque nos suene bien en nuestra cabeza.

 

Hoy, en pocos pasos, te voy a ayudar a desmentir esa creencia popular, obsoleta en gran parte, que dice que la puntuación y la respiración están íntimamente conectadas, y te explicaré por qué es tan importante puntuar bien si quieres que tus textos se entiendan a la perfección.

 

  1. La puntuación no es para que tomes aire

Ese mito urbano de que los signos de puntuación sirven para marcar pausas para respirar está muy arraigado en las culturas de nuestra lengua. Y sí, lo reconozco, puede ser tentador, además de lógico, si leemos en voz alta, puntuar pensando en dónde necesitas un respiro. Pero si haces eso, puedes acabar con un texto que se lee raro, confuso o lleno de ambigüedades que harán que el lector se pierda, además de los errores gramaticales que contendrá tu texto.

 

Parte de esta confusión viene de una vieja norma de la Real Academia Española, que, en el pasado, daba a entender que la coma servía para indicar una pausa breve en la lectura. Pero eso ya cambió. Hoy en día, la puntuación tiene mucho más que ver con la estructura del texto escrito que con la forma en que hablamos, porque hay momentos y lugares del texto en los que hacemos una pausa, ya sea para enfatizar, para cambiar el tono, entre otros, aunque no haya comas. O sea, no puedes puntuar un texto pensando en cuándo necesitarás aire si lo lees en voz alta, porque eso dependerá del contexto de lectura.

 

Si así fuera, imagínate lo complicado que sería escribir un texto para todo el mundo: tendrías que hacer versiones para los que aguantan la respiración por más tiempo y otras para los que se quedan sin aliento enseguida. Y ni qué decir de contemplar condiciones atmosféricas, sociales y biológicas de los lectores.

 

 

  1. ¿Dónde entra la RAE en todo esto?

Un ejemplo muy claro de que la puntuación y la respiración no tienen nada que ver es la famosa «coma vocativa». ¿La conoces? Es esa coma que ponemos cuando nos dirigimos a alguien en una frase, como en «Hola, Juan». Aunque no hagamos pausa alguna al decirlo, la coma tiene que estar ahí. No porque necesitemos respirar, sino porque es una regla de la escritura.

 

Es decir, las pausas al leer no siempre coinciden con las comas o puntos. Así que, si sueles escribir «de oído», es momento de cambiar el chip y prestar atención a las reglas de puntuación. Créeme, marcará la diferencia, tanto en tu escritura como en tu misma lectura.

 

  1. ¿Por qué es tan importante puntuar bien?

Puntuar correctamente es clave para que el lector no se pierda y pueda seguir el hilo de lo que quieres decir. Daniel Cassany, en «La cocina de la escritura» explica que la puntuación es un termómetro que mide la calidad de la escritura. Es decir: si un texto está bien puntuado, seguramente la prosa será de calidad. En cambio, si la puntuación falla, seguramente el texto también fallará en otros aspectos.

 

Pero la RAE también lo deja claro: el objetivo de la puntuación es asegurarse de que el mensaje llegue bien al lector. Una puntuación incorrecta puede hacer que un texto sea ambiguo o, peor aún, difícil de entender, lo que frustra al lector y lo aleja de tu historia. Y, como escritor, lo último que quieres es que tu lector abandone la lectura porque se siente perdido o confundido.

 

 

  1. ¿Cómo puedes mejorar tu puntuación?

Ahora que ya sabes por qué no es buena idea puntuar siguiendo las pausas de la respiración, es momento de ponerse las pilas y mejorar. Aquí van algunos consejos prácticos:

 

  • Lee más. Este es el consejo de oro para todo lo relacionado con la escritura. Cuanto más leas, más notarás cómo los grandes autores usan la puntuación para dar ritmo y claridad a sus textos.
  • Estudia. Sí, lo sé, no suena divertido. Pero familiarizarte con las reglas básicas de puntuación te ayudará un montón. Hoy en día, tienes miles de recursos online que lo explican de manera sencilla y con ejemplos.
  • Practica. Como todo, la práctica hace al maestro. Empieza poco a poco, prestando atención a un uso específico (por ejemplo, las comas antes de «pero») y aplícalo hasta que lo domines.
  • Corrige. Una simple lectura de revisión puede hacer milagros. Tómate un tiempo extra para corregir tu puntuación antes de dar un texto por terminado. Verás cómo mejora.
  • Aprende con nosotros. Si quieres ir más allá, te invito a que le des una mirada a nuestros talleres literarios, donde encontrarás uno sobre diagramación, y muchos más.

 

Por último, piensa que, al final del día, escribir bien es un arte que se aprende. Así que cuida tus textos, mima el lenguaje y, sobre todo, no olvides que la puntuación es tu mejor aliada para que tus ideas se entiendan como se merecen. Todo texto, como todo arte y todo artista, siempre será susceptible de mejoras.

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