Mario Vargas Llosa, uno de los escritores más influyentes y prolíficos de la literatura contemporánea, ha construido a lo largo de su carrera una obra monumental que atraviesa tanto las esferas del arte y la sociedad como las de la política y el poder. En su obra narrativa, encontramos una interacción constante entre estos dos mundos, que él explora con una profundidad y una lucidez inusuales, al menos en largos periodos de creación o en distintas obras. El escritor peruano, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010, no es solo un novelista comprometido con la exploración estética de la realidad, sino también un observador agudo de las dinámicas políticas que configuran la vida social, especialmente en América Latina, y cómo estas, con le pasar de las décadas, y ya de los siglos, también han ido cambiando y mutando, como lo hace la literatura.

 

  1. La realidad como materia prima de su ficción

Uno de los primeros elementos que destaca en la obra de Vargas Llosa es su relación con la realidad. Desde sus primeras novelas, como La ciudad y los perros, queda claro que su interés no está únicamente en contar una historia, sino en reflejar las tensiones y conflictos que estructuran la vida social. Su narrativa, que suele caminar en dos mundos o líneas temporales a la vez, a menudo tiene un anclaje en hechos históricos, que le permiten al autor no solo construir una trama fascinante, sino también abrir una reflexión sobre las fuerzas políticas y sociales que moldean a los personajes.

En La ciudad y los perros, una de sus obras cumbre, aun siendo de las primeras y en su prematura adultez, Vargas Llosa se sumerge en el mundo militar, específicamente en un colegio de cadetes, para abordar temas como la violencia, el machismo y la corrupción en una sociedad autoritaria. Sin embargo, la novela va más allá de la mera crítica social de la época; el autor utiliza la estructura polifónica y una técnica narrativa que, aunque deudora de Faulkner, lleva la novela a otro nivel. Vargas Llosa teje múltiples perspectivas para mostrar cómo los individuos son moldeados y, a muy menudo, deformados por las estructuras políticas y las instituciones en las que están inmersos.

 

  1. El poder como eje central

El poder, en todas sus formas, es un tema recurrente en la obra de Vargas Llosa. Este interés es palpable en novelas como Conversación en La Catedral, una de sus obras más complejas y celebradas. Aquí, el autor explora los efectos corrosivos de la dictadura en Perú bajo el régimen de Manuel A. Odría. La novela no solo es un análisis despiadado de la política corrupta, sino también un examen del desencanto y la desesperanza que esa corrupción genera en los individuos que habitan el Perú de entonces.

La pregunta central de la obra es en qué momento se jodió el Perú, pero no es sólo una pregunta sobre la historia de la política de entonces en el país, sino también una reflexión sobre la degradación moral que acompaña a la sumisión al poder. En esta novela, Vargas Llosa disecciona el hecho de cómo las instituciones políticas y la estructura del poder penetran en la vida cotidiana de las personas, distorsionando sus sueños, sus relaciones y, en última instancia, su sentido de la dignidad.

Este enfoque en el poder, en cómo se ejerce y en sus efectos devastadores sobre los individuos y las sociedades, es algo que Vargas Llosa explora de forma reiterada en obras como La guerra del fin del mundo, una novela de carácter épico basada en la guerra de Canudos en Brasil. Aquí, vemos cómo la lucha entre diferentes visiones del mundo —una de ellas representada por el fanatismo religioso y otra por el progreso y la modernización— se convierte en una alegoría de los conflictos ideológicos que Vargas Llosa observó o en su propia época.

 

  1. Arte y política: una relación inevitable

Uno de los puntos más interesantes de la obra de Vargas Llosa es su postura frente al arte y la política. Para él, estas dos esferas no sólo se intersecan, sino que, además, se alimentan mutuamente. En La verdad de las mentiras, Vargas Llosa defiende la idea de que la literatura es una forma de conocimiento, una herramienta para entender la realidad en sus matices más complejos. En este sentido, la literatura no puede permanecer ajena a la política, porque el arte que busca la verdad, inevitablemente, se encuentra con las tensiones del poder, la injusticia y la lucha por la libertad.

Sin embargo, Vargas Llosa también advierte sobre los peligros de instrumentalizar la literatura con fines políticos; cosa que le sucede en su madurez literaria. Para él, aunque el arte esté inevitablemente influenciado por la política, la literatura debe mantener su autonomía estética. De ahí que sus novelas no se reduzcan a simples alegatos políticos. Si bien tratan de temas tan fundamentales como la opresión, la dictadura y la libertad, lo hacen desde una búsqueda artística que privilegia la complejidad humana y rechaza lo relacionado a los dogmatismos.

 

  1. La evolución de su mirada política

A lo largo de su carrera, Vargas Llosa también ha sido un participante activo en la política, lo que ha influido en su obra. En los años 60 y 70, Vargas Llosa simpatizaba con las ideas de izquierda, pero tras su desencanto con la Revolución cubana y los regímenes autoritarios que surgieron en nombre del socialismo, su postura cambió radicalmente. Se convirtió en un defensor del liberalismo, y esa evolución ideológica está presente en el ámbito de su narrativa.

En La fiesta del Chivo, por ejemplo, Vargas Llosa ofrece una narración devastadora sobre la dictadura de Rafael Trujillo en la República Dominicana. Esta novela no solo es un relato fascinante de los mecanismos del poder y del miedo que impone un régimen totalitario, sino también un examen de la relación entre el individuo y la autoridad. A través de personajes complejos, Vargas Llosa no solo explora las dinámicas políticas de la dictadura, sino también los efectos psicológicos y morales que un régimen de terror puede tener sobre la población.

 

  1. La ficción como herramienta de cuestionamiento

La obra de Vargas Llosa es un recordatorio de que la ficción, lejos de ser una mera evasión, puede ser una herramienta poderosa para cuestionar la realidad, para poner en duda las certezas que nos rodean. Su capacidad para entrelazar arte y política sin sacrificar la integridad estética de su narrativa lo convierte en uno de los grandes novelistas de nuestro tiempo.

Vargas Llosa no busca dar respuestas fáciles; sus novelas son laberintos morales y políticos donde los personajes enfrentan dilemas que no tienen una solución clara. Esto es lo que hace que su obra sea tan rica y, a menudo, inquietante. Como lector, no podemos salir ilesos de una novela de Vargas Llosa; nos obliga a confrontar realidades que, quizás, preferiríamos ignorar.

El arte y la política en la narrativa de Mario Vargas Llosa están entrelazados de una manera que es tan compleja como fascinante. Sus novelas, muchas de ellas obras maestras de la literatura universal, no sólo nos ofrecen tramas envolventes y personajes memorables, sino que nos invitan a reflexionar sobre el poder, la libertad y la responsabilidad. A lo largo de su carrera, Vargas Llosa ha mostrado que el escritor tiene una función vital: la de ser testigo crítico de su tiempo, la de usar la ficción para explorar las tensiones más profundas de la realidad. Y, dejando aparte sus posiciones políticas contradictorias, lo ha hecho con un rigor estético que lo sitúa entre los grandes maestros de la narrativa mundial.

¡Este taller puede interesarte!

Camino de letras: exploración literaria en la vida de grandes autores

¡Convierte tu libro a video!
Lee esto.

Boletín informativo

Compartir