Quienes alguna vez emprendieron esta empresa titánica, saben que crear un mundo literario sólido y, además, coherente es uno de los retos más emocionantes para alguien que se dedica a escribir. Ya sea que estés diseñando un universo de fantasía épica, una realidad alternativa más sutil o, por qué no, una distopía futurista sobre tecnología caótica, la creación de mundos, o también llamada worldbuilding, es la herramienta precisa que logra que el lector se sumerja en un escenario nuevo y fascinante. Sin embargo, también puede ser uno de los aspectos más difíciles de lograr. Y, en este artículo, vamos a explorar algunos de los desafíos más comunes, errores frecuentes y algunos trucos para mejorar tu worldbuilding.

 

Errores comunes en la creación de mundos

Demasiada exposición

Uno de los errores más frecuentes que se cometemos al crear un mundo ficticio, sin duda es, tan pronto comenzamos, abrumar al lector con información innecesaria. A veces, en el afán de explicar cómo funciona un mundo, una historia o, simplemente, un escenario, caemos en la trampa de la exposición forzada, en el vicio de contar sobre aquello que no quedó en la fotografía que estamos mostrando. Cuando hacemos eso pasamos párrafos, y hasta páginas enteras, detallando el pasado, la geografía o las reglas del lugar o recorriendo listados de datos que, pasadas unas páginas, ni siquiera serán recordados. Esta exhibición exagerada puede ser agotadora y sacar a quien lee de la historia principal, o, en el peor de los casos, del libro completamente.

Truco: Introduce, poco a poco, los detalles a través de la acción, el diálogo o las experiencias pasadas y presentes de los personajes. Deja que el lector descubra el mundo de la manera más natural posible, en lugar de ofrecer algo que parezca un manual o instructivo para entender cómo funciona o cómo se construye algo. En la literatura, ya lo sabemos quienes leímos mundos de grandes maestros, mostrar siempre será más efectivo que explicar.

Incoherencia en las reglas del mundo

Otro error habitual es que creemos bien reglas para nuestro mundo y, luego, romperlas sin alguna justificación o explicación lógica dentro del mundo. Si nuestro universo tiene leyes de física, de magia o de tecnología que lo rigen, es esencial que, a lo largo de la historia, estas se mantengan coherentes y no riñan con las demás. Romper cualquiera de ellas de forma arbitraria o sin explicación lógica dentro de la cabeza de quien lee, le quita credibilidad a la historia y desconecta al lector, muchas veces para siempre.

Truco: Establece reglas claras para tu mundo desde el principio, incluso si no las revelas todas de inmediato, y aunque no las reveles todas. Y, acá lo más importante, asegúrate de seguirlas a lo largo de la trama, porque, si alguna regla se rompe, que sea porque es parte integral del conflicto, no un descuido que fractura toda una historia.

Mundo sin impacto en la trama

A veces, un mundo es, por sí mismo, fascinante, pero parece ser un adorno, no tener un impacto real o determinante en los personajes o la historia. Esto puede suceder cuando creamos un entorno muy detallado, pero los personajes se mueven por él como si no tuviera importancia, como si no lo supieran o, peor aún, como si pertenecieran a otra historia o a otro mundo.

Truco: Haz que tu mundo afecte de manera directa a la trama. Si, por ejemplo, creaste un desierto interminable, asegúrate de que la falta de agua y el calor, y las condiciones externas e internas de ese lugar, influyan en las decisiones y conflictos de los personajes. El mundo que creas con esfuerzo debe ser, de alguna manera, un personaje en sí mismo.

 

Dificultades frecuentes en el worldbuilding

Equilibrar la originalidad y la familiaridad

Uno de los mayores retos cuando escribimos es hacer algo que se sienta, de verdad, novedoso al ser leído, pero que no sea tan ajeno como para que el lector pueda conectarse. Los mundos completamente originales son atractivos, sí, lo sabemos al leer algo bien escrito, pero si son demasiado extraños, rayando en lo inexplicable, o carecen de puntos de referencia a nuestra realidad palpable, pueden volverse difíciles de comprender.

Truco: Introduce elementos familiares o, de alguna manera, reconocibles dentro de tu creación. Un buen worldbuilding equilibra lo nuevo con lo que ya conocemos. Por ejemplo, Tolkien se basó en diferentes mitologías para hacer que su Tierra Media fuera, a la vez, exótica y comprensible.

No perderse en los detalles

Es fácil que nos perdamos en lo relacionado a la creación de detalles minuciosos: la moneda del mundo, los idiomas, las costumbres locales, sus mitologías, la geografía, etc. Si bien estos detalles pueden enriquecer nuestro universo, pueden convertirse en un obstáculo si invertimos demasiado tiempo en ellos y no avanzamos de una manera dinámica en la historia.

Truco: Pregúntate siempre si es necesario ese detalle específico para que la historia avance; si no lo es, guárdalo para más adelante o nada más descártalo, tenlo oculto, para ti y para la historia, pero no se lo des al lector, si no lo necesita. Aquí cabe mencionar una de las máximas de la buena literatura: no es necesario que el lector conozca hasta el último rincón del universo.

Hacer que todo sea explicable

Ese deseo atractivo de dar una explicación lógica para todo puede sofocar la magia de la creación de mundos. No todo debe tener una justificación científica o histórica, especialmente en géneros como la fantasía o la ciencia ficción. Al menos, aunque la tenga, no todo debe contarse de forma explícita, porque muchas veces, lo implícito es más enriquecedor, tanto para el lector como para la historia o el mundo.

Truco: Deja espacio para el misterio, para la imaginación. Algunos de los elementos más memorables en un mundo literario son los que no tienen explicación inmediata. En El señor de los anillos, para continuar con Tolkien, no se nos explica el origen de Tom Bombadil, y eso sólo aumenta su presencia fascinante dentro de la trama.

 

Trucos para mejorar tu creación de mundos

Empieza por lo pequeño

No siempre es necesario que empecemos con la creación de planetas enteros, imperios gigantescos con mucha historia detrás o sistemas mágicos tan complejos que ni nos caben en la cabeza. Por eso, es mejor, sobre todo si no somos expertos en esto de la creación de mundos, que comencemos por algo pequeño, como un pueblo o ciudad, una cultura o civilización pequeña, o un personaje con una visión particular de su entorno, mucho más grande que él, por supuesto. Desarrollar primero los aspectos más íntimos nos permitirá construir un mundo desde dentro hacia afuera, de manera más orgánica y amigable con la forma natural de entender las cosas.

Truco: Deja que los personajes exploren el mundo contigo. A medida que los personajes se mueven por el escenario, su interacción con el entorno te dará nuevas ideas para expandirlo.

Usa tus propios conocimientos y experiencias

Aunque estemos creando un mundo completamente nuevo, podemos basarnos en nuestras propias experiencias para hacerlo más realista. Pensar, por ejemplo, cómo se siente un día extremadamente caluroso, o qué tipo de interacciones sociales vemos en nuestro diario vivir. Los elementos de nuestro propio mundo pueden propagar nuestra vida en el universo ficticio que estemos creando.

Truco: Apóyate en culturas, eventos, geografía e historias reales para ser verosímil. Puedes hacer combinaciones creativas entre lugares que has visitado o leído con eso que has visto y vivido para llegar a crear algo único.

Crea historia dentro de la historia

Los mundos literarios más ricos y fascinantes son aquellos que se sienten como si existieran desde antes y, además, que lo harán después de la historia que estamos contando. Mientras se pueda, lo mejor es que desarrollemos una historia interior para nuestro mundo: mitos y creencias, sucesos determinantes del pasado, dinastías caídas que forjaron lo que hay cuando sucede lo que contamos. Esto añade profundidad y anchura y, además, da la sensación de que el mundo no solo es un escenario para la acción, sino un entorno vivo con su propio legado, un ingrediente más y no un accesorio.

Truco: No necesitas explicar toda esta historia interna, pero su existencia puede influir en cómo se comportan tus personajes o cómo se organizan las sociedades y su funcionamiento natural dentro de tu universo.

 

Para finalizar, no olvidemos que la creación de mundos literarios es un ejercicio de verdad desafiante, pero, paradójicamente, tan gratificante que vale cada esfuerzo. Un buen worldbuilding puede elevar nuestra historia a niveles memorables, dándole profundidad, coherencia y una magia única. Con los cuidados adecuados, evitando errores comunes y aprovechando los trucos de construcción, por ejemplo, podremos crear mundos que no solo complementen nuestras tramas, sino que se conviertan en parte fundamental de ella, sumergiendo a los lectores en una experiencia inigualable.

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